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La construcción social del género es una temática que tiene un recorrido histórico y teórico extenso. El estudio y conocimiento de la sociedad patriarcal opera desde la estructura, y todo lo que emerge de ella queda invisibilizado a través de los estándares de normalidad que ésta supone (Grollmus & Autónoma De Barcelona, s/f)
El sistema sexo-género es un concepto que se utiliza para comprender la interacción entre dos aspectos relacionados pero distintos: el sexo y el género. Aunque a menudo se usan de manera intercambiable, el sexo y el género son conceptos diferentes y el sistema sexo-género ayuda a analizar cómo se entrelazan en las sociedades.
El "sexo" se refiere a las características biológicas y fisiológicas que se asocian tradicionalmente con ser masculino o femenino. Estas características incluyen los genitales, los cromosomas, las hormonas y otras características anatómicas y biológicas.
El "género", por otro lado, se refiere a los roles, comportamientos, actividades y expectativas que una sociedad considera apropiados para personas de género masculino o femenino. El género es una construcción social y cultural, lo que significa que varía en diferentes culturas y puede cambiar con el tiempo.
El sistema sexo-género reconoce que la relación entre el sexo biológico y el género no es necesariamente directa ni fija. En cambio, las sociedades han creado sistemas de género que asignan roles, expectativas y normas basadas en el sexo asignado al nacer. Sin embargo, estas asignaciones no siempre se ajustan a la diversidad de identidades y expresiones de género que existen.
Este sistema puede ser restrictivo y limitante, ya que puede forzar a las personas a encajar en categorías rígidas de género basadas en su sexo asignado, lo que puede llevar a la discriminación y a la negación de la diversidad de experiencias de género.
Los agentes socializadores son aquellos elementos que determinan en gran medida la socialización de las personas, es decir, formar parte de una sociedad.
Conjunto de expectativas acerca de los comportamientos sociales considerados propios para las personas que poseen un sexo determinado; están formados por el conjunto de normas, principios y representaciones culturales que dicta la sociedad sobre el comportamiento masculino y femenino.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM, por sus siglas en inglés), en un texto publicado en Nosotras, nosotros (2000), refiere que:
“Los estereotipos son ideas, prejuicios, creencias y opiniones preconcebidas, impuestas por el medio social y la cultura, que se aplican en forma general a todas las personas pertenecientes a la categoría a la que hacen referencia. Conforman un modelo rígido que es considerado aplicable a todos los miembros de dicha categoría, desestimando las cualidades individuales y más bien supeditándolas a ese modelo como sucede en los modelos masculino y femenino.”
Los estereotipos, a fuerza de repetirse, imprimen a sí mismos tal fuerza que llegan a considerarse como propios de los individuos del grupo y se aplican de una manera irreflexiva y generalizada a todos sus miembros.
Las masculinidades hegemónicas son un conjunto de normas y expectativas sociales que definen y promueven un modelo de masculinidad dominante en una sociedad. Estas normas tienden a enfatizar rasgos como la fuerza, la independencia, la agresividad y la autoridad, al mismo tiempo que desalientan la expresión de emociones consideradas "débiles" o "femeninas". Estas expectativas pueden presionar a los hombres para que se ajusten a un cierto ideal masculino, a menudo relegando otras formas de masculinidad o expresiones de género.
Las masculinidades hegemónicas pueden tener efectos negativos, ya que pueden contribuir a la perpetuación de la desigualdad de género, la violencia y la discriminación. Reconocer y cuestionar estas normas es importante para promover una sociedad más igualitaria y respetuosa, permitiendo que los hombres se expresen de manera más auténtica y diversa en términos de género.
La discriminación es una práctica cotidiana que consiste en dar un trato desfavorable o de desprecio inmerecido a determinada persona o grupo. Hay grupos humanos que son víctimas de la discriminación todos los días por alguna de sus características físicas o su forma de vida. El origen étnico o nacional, el sexo, la edad, la discapacidad, la condición social o económica, la condición de salud, el embarazo, la lengua, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil y otras diferencias pueden ser motivo de distinción, exclusión o restricción de derechos.
El INEE (2019) remarca que la discriminación de género se basa en la creencia de que un sexo es superior al otro y que el sexo superior tiene dotes, derechos, prerrogativas y estatus superiores a los del sexo inferior. La discriminación de género es el resultado de un complejo conjunto de causas que interactúan entre sí.